Opinión
México tiene una extraña relación con la Copa Oro, es algo así como un amor toxico y enfermizo, este torneo que comenzó a inicios de los años noventa, es lo único que hemos podido celebrar como selección mexicana, eso y la copa confederaciones en 1999.
Para bien o para mal, Concacaf es el área donde nos corresponde jugar, renegamos de esta copa, pero al mismo tiempo odiamos perderla. Y más si se pierde contra la selección de los Estados Unidos.
En esta ocasión la selección de Jaime Lozano jugo la final contra Panamá y con un golazo de Santiago Giménez al minuto 88, la selección se alzo con su noveno título.
Sin duda la Copa oro es un torneo extraño, sabemos muy bien que la calidad del futbol de Concacaf no es para nada competitivo, la prensa mexicana insiste en que es un torneo bananero, y sin embargo cubren el evento como si se tratara de la Eurocopa.
La realidad es que es la obligación de México ganar siempre la Copa Oro, porque nos han vendido la idea de que somos los gigantes de Concacaf y cada dos años debemos demostrarlo.
Y si México llega a perder una final en automático la prensa crucifica a la selección y también todos los que somos aficionados al futbol enfurecemos. Así de absurda es nuestra relación con esta copa que amamos y menospreciamos al mismo tiempo, porque bien sabemos que las finales se ganan y el deporte es estadística y conteo.
Por el momento la selección mexicana sigue siendo el jerarca de la zona y con este noveno titulo justifica por que se le considera el gigante de Concacaf.
Algunas personas piensan que celebrar la Copa Oro es símbolo de mediocridad, y la verdad no creo que así sea, ya que en un país corrupto y tomado por la violencia estos triunfos le dan fe y un respiro a la población. Y digan lo que digan muy en el fondo todos los paises que integran Concacaf desean tener en sus vitrinas luna de las copas mas extravagante de todas.