El cine de horror y la fe como terreno fértil del terror
Durante décadas, el cine de horror ha encontrado en la religión —particularmente en la tradición católica— una fuente inagotable de símbolos, dogmas y miedos. Películas como El exorcista (1973), La profecía (The Omen, 1976), Estigmas(Stigmata, 1999) y La monja (2018), entre muchas otras, demuestran cómo el género ha sabido explotar la imaginería religiosa con gran éxito.
No es coincidencia: el horror y la religión comparten una misma raíz emocional —el miedo a lo desconocido—. Mientras la religión intenta explicar el origen, el propósito y el destino del alma, el horror se nutre de la incertidumbre que surge cuando esas respuestas no bastan. Esta conexión ha sido aprovechada por guionistas y cineastas para construir universos inquietantes donde lo divino y lo maligno se entrelazan.
En años recientes, el género ha encontrado una nueva expresión en las producciones de A24, una casa que apuesta por reinterpretar el miedo para una audiencia que ya no se impresiona con fórmulas convencionales. Hereje (Heretic, 2024) es una de sus más recientes propuestas: una película que busca ir más allá del susto gratuito para plantear interrogantes sobre la fe, la moral y la fragilidad humana.
La historia
La hermana Barnes (Sophie Thatcher) y la hermana Paxton (Chloe East) son dos jóvenes misioneras mormonas encargadas de visitar casas en busca de nuevos conversos. En una tarde lluviosa, llegan a una vivienda apartada a las afueras del pueblo. Un hombre amable (Hugh Grant) las recibe y las invita a pasar, asegurándoles que su esposa también está en casa.
Lo que al principio parece una charla inocente va tornándose inquietante. Las preguntas del anfitrión se vuelven cada vez más personales, las respuestas se cruzan con insinuaciones incómodas, y no hay señales de la supuesta esposa. Lo que sigue es una espiral de tensión psicológica que pondrá a prueba las convicciones de las protagonistas. Su fe no solo será cuestionada, sino utilizada en su contra.

El horror disfrazado de dogma
Hereje se aleja por momentos del horror convencional. Durante su primera mitad, se comporta más como un thriller psicológico que como una película de terror. La tensión proviene del diálogo, del silencio incómodo, de las pausas calculadas y de la creciente sospecha. El espectador es invitado a compartir la incomodidad de las protagonistas sin necesidad de efectos visuales ni sobresaltos.
La película plantea una pregunta central: ¿Qué pasa cuando nuestra fe es la trampa? En uno de los momentos más reflexivos del guion, se sugiere que solo hay dos posibilidades: o existe un ser todopoderoso, o no existe nada. Ambas ideas, por opuestas que parezcan, resultan aterradoras.
Este dilema remite a una famosa frase sobre la vida extraterrestre: “Solo hay dos posibilidades: o estamos solos en el universo, o no lo estamos. Ambas son igual de inquietantes”. De igual forma, pensar que hay una deidad que todo lo ve, o que no hay ningún propósito en absoluto, genera una ansiedad existencial que la cinta explora brevemente.
Lamentablemente, esta exploración metafísica no se desarrolla a fondo. A partir de cierto punto, la película cae en algunos clichés del género slasher, con escenas más explícitas y situaciones previsibles. Aun así, el planteamiento inicial deja huella, y eso basta para distinguirla de muchas otras.

Hugh Grant y su lado oscuro
En uno de los papeles más inquietantes de su carrera, en «Hereje» Hugh Grant se aleja por completo del estereotipo de galán encantador que lo convirtió en ícono de la comedia romántica en los años noventa. Su personaje es una figura ambigua, culta y perturbadora, que utiliza su elocuencia para sembrar dudas más que respuestas.
Grant ha declarado en entrevistas su interés por papeles que desafíen su trayectoria. Aquí logra exactamente eso: un hombre aparentemente amable que esconde una mente retorcida. Su interpretación destaca por los matices: pequeños gestos, silencios estratégicos, ironía controlada. Incluso en los momentos más inquietantes, su personaje mantiene una calma desconcertante.
Interesantemente, el guion le permite mezclar referencias religiosas con elementos de la cultura pop, lo cual refuerza el tono sarcástico y ambiguo del personaje. En sus manos, la religión, la música y un juego de mesa se convierte en una herramienta de manipulación.
Presencias femeninas fuertes
Las actuaciones de Sophie Thatcher y Chloe East sostienen buena parte de la tensión. Ambas construyen personajes con matices emocionales bien definidos. Destaca especialmente Chloe East, quien transita desde la seguridad hasta el miedo, pasando por la duda, la rabia y la vulnerabilidad con bastante fluidez.
Su evolución emocional es clave para que el espectador se involucre con la historia. Logra que nos importen sus decisiones, que cuestionemos sus creencias con ella, que suframos sus revelaciones.
En conclusión
Hereje no es una película de horror para todos los públicos. No ofrece sustos constantes, ni figuras demoníacas que no te dejarán dormir. Su apuesta va por otro lado: incomodar desde el pensamiento, desde la conversación, desde la confrontación ideológica.
En ese sentido, puede parecer una propuesta “ligera” o “descafeinada” para los fanáticos del gore o del terror clásico. Pero para quienes buscan algo más —una reflexión disfrazada de tensión, un espejo oscuro de nuestras creencias— esta cinta representa una propuesta arriesgada e inteligente.

- Título: Hereje (Heretic)
- Año: 2024
- País: USA
- Duración: 1hr 51m
- Director: Scott Beck & Bryan Woods
- Protagonistas: Hugh Grant, Chloe East y Sophie Tlatcher
- En streaming: Amazon Prime