Uno de los temas más recurrentes en la ciencia ficción es sin duda el viaje en el tiempo. Antes que las películas exploraran dicho argumento, era en los libros donde se creaban dichas historias. Uno de los llamados padres de la ciencia ficción es H.G. Wells, un dramaturgo inglés que nació a mitad del siglo XIX. Y entre cuyas obras se encuentran clásicos como «La Guerra de los Mundos» y «La máquina del tiempo».
Esta última publicada en 1895, y a la cual se le atribuye la creación del concepto de «maquina o viaje en el tiempo». Wells ya había explorado dicho tema en un cuento corto, «Crónicas de los Argonautas» durante su época de estudiante.
A más de un siglo de la creación del concepto del viaje en el tiempo, la tecnología humana no ha sido capaz de lograr dicho sueño. Pero la fantasía por lograrlo aún atrapa nuestra imaginación, pensar en que podríamos corregir lo pasado o prevenir lo futuro es una utopía que nos seduce.
Una de las primeras obras cinematográficas en explorar dicho fenómeno es la que toma el mismo título y argumento de la obra literaria «La Máquina del Tiempo», Dirigida por George Pal en el año de 1960.
La trama
George (Rod Taylor) es un científico que en los primeros días del año 1900 cita a sus colegas a una cena donde les plantea la idea del viaje en el tiempo; la cual califican de absurda, a pesar de una pequeña demostración. Días después vuelven a ser citados, cuando George parece que no llegará a la cena que el mismo organizó, entra de manera sorpresiva a la habitación. Sus ropas están rasgadas y sucias y se encuentra algo herido.
Es ahí donde a manera de anécdota les empieza a narrar a su colegas lo sucedido. George ha construido una máquina del tiempo y ha avanzado en el tiempo, primero unas decenas de años; y ha visto las guerras mundiales. Pero después ha avanzado miles de años en el futuro, hasta un punto donde la humanidad fue dividida en dos razas. Una que vive en la superficie, sin ningún tipo de ataduras, responsabilidades o metas llamada los Eloi, y otra denominada los Morlock que habitan las entrañas de la tierra y amenazan a los Eloi.
En su viaje, George se ve en problemas y recurre a una nativa de la época y lugar, Weena (Yvette Mimieux). Juntos buscarán aclarar las dudas y problemas de George con respecto a qué dio fin a la civilización, a la vez de que trazarán un nuevo camino para la humanidad futura.
Ciencia ficción vintage
Para alguien que esté acostumbrado a las películas más recientes de ciencia ficción, y por reciente incluso me refiero a películas como «2001 Odisea del Espacio» (1968) o «Star Wars» (1977); ver esta cinta de finales de los 50s puede resultar una experiencia algo peculiar.
Las actuaciones y situaciones no son las mejores, por momentos los diálogos suenan tan fuera de lugar con nuestra época que puede ser difícil conectar con los personajes. Aún cuando el protagonista es interpretado por Rod Taylor, quien ya era un actor consagrado y que dos años después formaría parte del elenco de la mítica «Pájaros» de Alfred Hitchcock.
Parte del encanto de la película sin duda se debe al rol de la co protagonista Yvette Mimieux, que era una joven novata de la actuación, y que esta cinta es su primera incursión en el cine. Poseedora de una belleza cautivadora, al nivel de cualquier diva de la época, este es el trabajo por el que más se le recuerda. Quizás esa inocencia o «ignorancia» que reflejaba en la pantalla derivada de su inexperiencia, resultó perfecto par el rol que interpretaba, precisamente de una nativa que está descubriendo o despertando de su letargo.
Cuando de efectos especiales se trata, en específico de la apariencia de los Morlocks. El nivel de caracterización está incluso por debajo de lo que cualquiera lograría hoy con un disfraz de Halloween medianamente bueno.
Por eso este tipo de películas no se deben apreciar con un ojo crítico implacable, siempre hay que tratar de hacerlo con el contexto adecuado en mente. Y recordar que los estándares de la época en que se realizó esta cinta son muy distintos a los de hoy.
Con todo ello, esta película retiene un gran encanto que la hace uno de los clásicos más queridos de la ciencia ficción. Por debajo de las imperfecciones del vestuario, los diálogos y las actuaciones subyace una historia entrañable y entretenida.
Basta con decir que el re-make de la misma que se realizó en el año 2002, ya con una tecnología fílmica más avanzada, no supera a su predecesora. Y eso ya dice bastante.
La visión de un futuro bélico y no tecnológico
No sorprende que desde tiempos inmemorables las historias épicas siempre visualizan a la humanidad en conflicto. Desde los griegos hasta la actualidad la fascinación por el conflicto que está presente en el ser humano ha sido parte fundamental de la manera en que moldeamos nuestro presente y futuro.
Wells, no estaba tan errado y la película tampoco, al presentar un futuro caótico y polarizado. Pero su visión del futuro no es uno donde gobierna la tecnología, al contrario, es un regreso a una clase de edén; donde el humano no trabaja pero tampoco se supera.
Es una distopía distinta a la que regularmente se nos describe, éste es un futuro donde nada de lo que fue la civilización prevalece y hay que empezar desde cero.
Hoy en día son innumarables las teorías de la conspiración y vaticinios que sostienen que la humanidad está cerca de un apagón o reset digital. Un punto donde regresaremos a la época de las cavernas y de un día para otro cesará la electricidad y por ende cualquier aparato o tecnología que dependa de ello. Esfumando todo aquello de lo que depende el ser humano hoy en día para sus labores cotidianas.
Qué haría (haríamos) este hombre moderno si mañana hubiera que regresar a lo básico, a lo esencial. Sobre qué filosofía o bases construiría una nueva civilización. Son algunas de las preguntas que nos deja entre líneas esta historia que hay que ver con ojos de niño, con imaginación, pero también con reflexión.
- The Time Machine (1960) 1hr43min
- Director: George Pal
- Protagonistas: Rod Taylor, Yvette Mimieux
- A la venta y renta en iTunes