Un tranvía llamado deseo ¿Drama puro o puro drama?

Antes del cine existía el teatro, el cual era el medio de entretenimiento al que acudía la sociedad en mayor medida. Y aún con la llegada de las salas de cine, las obras teatrales mantuvieron su encanto y aún lo tienen hoy en día.

El presenciar la actuación en vivo otorga otro sentido y dimensión al espectáculo, y es por eso que por años varias obras teatrales han sido adaptadas a la pantalla grande.

Una de ellas es «Un Tranvía llamado deseo» de Tennessee Williams, la cual fue estrenada en 1947 y durante los siguientes años mantuvo un éxito constante. Por lo que su versión cinematográfica debía responder a las expectativas.

Bajo la dirección del experimentado director Elia Kazan, contaba las actuaciones de un entonces desconocido Marlon Brando y una estrella en decadencia, Vivien Leigh cuya cúspide de su carrera había sido el protagónico de «Lo que el viento se llevó».

La trama

Blanche (Vivien Leigh) llega a la ciudad desde su pueblo natal en busca de su hermana Stella (Kim Hunter), la cual acaba de casarse con Stanley (Marlon Brando), un obrero y ex militar. Ambos viven en un pequeño apartamento de una vecindad de barrio bajo. La visita de Blanche no es temporal, las propiedades de su familia se han perdido y en su trabajo de maestra la han «forzado» a tomarse un tiempo. Las personalidades de Blanche y Stanley chocarán de frente, revelando verdades que nadie imagina.

Una actuación más real

Esta cinta comienza marcar una clara diferencia en los estilos de actuación, Marlon Brando fue de los primeros «actores de método» que buscaba realizar una representación más cercana a la realidad de los personajes que interpretaba.

Anteriormente los personajes masculinos que requerían de cierta rudeza o violencia en la trama, lo hacían pero de tal manera que siempre había una especie de contención.

Como perfecto ejemplo de este choque de conceptos de actuación, Marlon Brando fue nominado al Óscar por mejor actuación en esta cinta. Y perdió frente a Humphrey Bogart por su interpretación en «La Reina de África».

Ambos personajes representan hombres toscos, impulsivos y descuidados en apariencia debido a su trabajo. Sin embargo Bogart detrás de esa personalidad áspera siempre parece estar en control e incluso guardar respeto.

Pero Marlon logra encarnar la crudeza real de un macho tóxico, y no se deja nada al interpretarlo en pantalla. Deambula por su departamento como animal enjaulado, y a la menor provocación de Blanche libera toda su furia.

Cada diálogo de enfrentamiento entre los protagonistas siempre termina en algún arrebato, es un drama constante a lo largo de las dos horas que no permite descanso al espectador.

Una cinta más que dramática

Es por ello que la cinta fue vista por muchos como un exceso, de hecho hoy en día al revisarla más de medio siglo después se siente un tanto desbordada. Es obvio que su origen teatral del que deriva traslada ese drama escénico a la pantalla.

Incluso para su estreno en aquella época el director tuvo que ceder y censurar parte de la cinta, no fue sino hasta 1993 que se pudo ver de manera integral la visión del realizador.

Se recortaron escenas y diálogos donde el personaje de Blanche pudiera ser visto como promiscua, ninfómana y atraída hacia menores de edad. Así como su fallido matrimonio, donde deja entrever que terminó por la homosexualidad de su marido.

Todos estos temas serían delicados incluso en estos tiempos, hay que imaginarse el tipo de escándalo que representaba a inicio de los años 50 el ver esta temática en pantalla.

Una carrera en descenso y otra en ascenso

La legendaria Vivien Leigh estaba en las horas bajas de su carrera, agobiada por sus adicciones se cuenta que había ocasiones en las que no lograba distinguir las situaciones de su personaje de las de su vida real. Así de dañada se encontraba en ese momento de su vida, lo que le llevaría hacer solamente tres películas más durante los próximos 10 años de vida que le restaban.

Por otro lado Marlon Brando quien apenas participaba en su segundo largometraje, estaba interpretando el papel que lo pondría ante la mirada de las grandes productoras de Hollywood. En su siguiente película interpretó al caudillo mexicano Emiliano Zapata y un par de años después nuevamente bajo la dirección de Elia Kazan ganaría su primer Óscar por la película «Sin novedad en el frente».

Es curioso como esta cinta se convierte en un momento que pivota la carrera de los dos protagonistas. Uno hacia la cima y otro hacia el abismo.

En conclusión

«Un tranvía llamado deseo» es un clásico del cine americano que si bien tiene temas que son difíciles de tratar aún hoy en día, la vibra en general que emana la cinta es de una trama caduca, exagerada y sobre dramática. No es que no exista el drama en nuestra actualidad, pero quizás no desde esta perspectiva de tragedia griega o «Shakespearana». Aún así vale la pena revisarla como pieza histórica de la cinematografía.

  • Título: Un tranvía llamado deseo (A Streetcar Named Desire)
  • Año de realización: 1951
  • Duración: 2h2m
  • Género: Drama
  • Origen: Estados Unidos
  • Dirección: Elia Kazan
  • Intérpretes: Marlon Brando, Vivien Leigh
  • Clasificación: Para mayores de 13
  • En streaming por HBO max

Curioso de las artes visuales.

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