Taxi Driver, un viaje que aún continua.

Hay películas que se vuelven no solo un clásico, se convierten en sinónimo de cine, son mostradas como ejemplos en las escuelas cinematográficas y su huella en en el imaginario colectivo y la cultura pop es interminable.

Una de estas cintas es Taxi Driver, que marcó toda una época por los distintos elementos que la conformaban y que eran novedosos en aquella época. Con un Martin Scorsese que apenas realizaba su 5 largometraje, el cual a la fecha divide opiniones entre los estudiosos del séptimo arte. Sobre si es su mejor trabajo o ni siquiera entra en su top tres.

Lo cierto es que los detalles finos de la hechura se podrán discutir, pero lo que no está en tela de juicio es su impacto y relevancia aún con casi medio siglo de distancia.

La trama

Travis Bickle (Robert De Niro) es un veterano de Vietnam que sufre de insomnio y decide usar su falta de sueño para convertirse en taxista de la ciudad de Nueva York por las noches. De esta forma navega sigilosamente entre lo que el considera una sociedad podrida y decadente, alimentando sus fobias y filias encontrando distintos personajes y situaciones con los que la ciudad lo enfrenta. Tratar de conquistar a la chica de sus sueños será el principio de una serie de eventos que llevarán al límite su sanidad mental.

Travis un personaje único

Sorprende que a 45 años de distancia traumas y actitudes tanto del individuo como de la sociedad representadas en este filme no se hayan superado, incluso algunos se han agrandado o resurgido de distintas maneras.

El personaje central que funciona como el arquetipo de un anti héroe es idealizado por muchos, como una especie de forajido de los westerns pero urbano. Ello habla de la psique de una porción de la sociedad, que ve con buenos ojos el comportamiento de dicho personaje. Cuando la intención es provocar lo contrario.

Fue una de las primeras cintas que en los años 70s empezó a retratar complejidades y realidades de manera más cruda, en particular esa década empezó a dirigir su enfoque hacia el crimen y la sociedad en descomposición. Pero Taxi Driver fue uno de los primeros ensayos cinematográficos centrados en la psicología del protagonista.

Vamos junto con él en esos viajes y observamos muy de cerca su comportamiento, sabemos que si fuéramos pasajeros muy probablemente nos bajaríamos antes de lo pensado. Pero estamos ahí, atrapados en ese viaje de dos horas siendo testigos de su inhabilidad para socializar y decadencia mental.

A Travis nada le sale bien, desde querer ligar a la chica que idealiza, Betsy (Cybill Shepard) llevándola a un cine porno. No por morbo, simplemente porque él no ve nada extraño o incluso sexual en ello. Queriendo impresionar al candidato y jefe de Betsy termina asustándolo. Y cuando decide ganar notoriedad asesinándolo también fracasa en ello.

Es la constante frustración de querer trascender, de ser notado. La cual finalmente vuelca en el intento de rescatar a una prostituta adolescente, Iris (Jodie Foster). Situación que en un principio tampoco pinta bien, pues no desea ser rescatada. Y en una escena clave Iris le pregunta a Travis ¿Qué grandes virtudes tiene él como para querer redimir a otras gentes? A lo que no sabe responder.

Desde luego que para muchos el espíritu anti sistema que se encuentra entre mezclado con pequeños atisbos de la contra cultura punk que empezaba a surgir, es parte importante del alma de la película. Pero no hay que perder de vista que a final de cuentas la película busca hacernos reflexionar sobre el comportamiento errático del personaje central, no es solo su taxi el que deambula sin sentido. Son sus pensamientos y ambiciones las que parecen no tener un destino fijo, y por ello el vacío y hastío que tiene que canalizar de no muy buena manera.

La hechura de un clásico

Estilísticamente hablando, Taxi Driver es una clase magistral de cómo incorporar todos los elementos de la narrativa audiovisual de manera exquisita y trascendente. La fotografía por momentos nos evoca más un documental, aportando ese efecto de realismo a las imágenes.

La música, que busca contrapuntear la sordidez de los barrios bajos de NY por la noche con notas de un jazz ácido. Nos genera ese ambiente de nostalgia o hasta romanticismo por la frustración.

La cinta nos deja muchos momentos icónicos en imagen para la posteridad, pero quizás el más recordado de todos sea el famoso «You talkin’ to me?» (¿Me estás hablando a mi?). De un Travis hablándose frente al espejo mientras ensaya el desenfunde de su arma. Esa soledad que lo acompaña a cada momento y que lo obliga a hablar solo consigo mismo.

En conclusión

Con un final irónico que nos hace preguntarnos cuantas personas que ante la sociedad parecen ser ciudadanos ejemplares y realmente en el fondo serán sociópatas. Cuando se estrenó la película los viajes en taxi disminuyeron por el miedo a encontrarse un «Travis». Hay que preguntarse hoy en día qué tan seguros estamos de que quien nos conduce por unos minutos en medio del tráfico, no guarda en su cabeza algunos pensamientos mal sanos. Dadas las noticias de los últimos años, probablemente más de los que quisiéramos.

  • Título: Taxi driver
  • Año de realización: 1976
  • Duración: 1h54m
  • Género: Crimen, Suspenso
  • Origen: EU
  • Dirección: Martin Scorsese
  • Intérpretes: Robert De Niro, Cybill Shepard, Jodie Foster
  • Clasificación: Para mayores de 13
  • En streaming por Netflix

Curioso de las artes visuales.

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