«Coup de chance», la última (literal) película de Woody Allen

Allen, el cineasta cancelado

Es inevitable cada vez que se comenta sobre el trabajo de Woody Allen hacer un descargo de responsabilidad sobre su trabajo y su vida personal. Si bien hay un sector que prefiere la cancelación completa debido a sus problemas legales, yo me encuentro del lado de los que pueden dividir su legado de su persona. No puedo juzgar u opinar de lo que hizo con su vida, pero sí puedo opinar lo que hizo con la mía.

Para aquellos que descubrimos el cine en el siglo pasado (por contundente que suene) Allen fue sin duda uno de los referentes del cine de autor. Aunque algunos cuestionen este calificativo, considero que alguien que escribe, dirige y, hasta hace unos años, actuaba en sus películas es claramente un autor de su arte.

Sin embargo, aquellos años de gloria quedaron atrás. Hubo destellos en este siglo, personalmente considero que Match Point es su mejor filme, no solo de esta era, sino de toda su filmografía. Paradójicamente, es la cinta que menos parece suya a primera vista, pero al analizarla con detalle, se reconocen los temas de azar, moralidad y conflicto interno que suele explorar. También destacan Midnight in Paris, por su encanto nostálgico, y Blue Jasmine, por su intensidad dramática, como ejemplos de su talento en las últimas dos décadas. Con más de 50 años de trayectoria y una película por año en promedio, parece natural señalar obras sobresalientes de cada periodo.

Es evidente que sus mejores días quedaron atrás, y quienes seguimos su carrera vemos sus películas con la ilusión de redescubrir su genialidad.

La premisa de la cinta
La historia se centra en Fanny (Lou de Laâge), una galerista que, de camino al trabajo, se encuentra por casualidad con Alain (Niels Schneider), un antiguo compañero de preparatoria ahora convertido en escritor. Durante una conversación casual, él le confiesa que estaba enamorado de ella en aquella época, y a partir de ese encuentro comienzan a verse únicamente como amigos. Fanny está casada con Jean (Melvil Poupaud), un misterioso y posesivo hombre de negocios. La relación entre Fanny y Alain empieza a trascender la amistad, lo que el marido de Fanny descubre inevitablemente, llevando la historia, con el característico giro de Allen, de una comedia romántica a un thriller.

Pocas notas, pero dominadas
Hay que admitir que por décadas Woody ha tocado los mismos temas en distintos escenarios, pero fundamentalmente está interesado en el factor del azar, las casualidades, la infidelidad y la posibilidad del crimen sin castigo.

Son elementos presentes en «Coup de chance» y aunque ya hemos escuchado estas notas, en esta ocasión ha sabido darle un toque peculiar. Es una cinta especial, como en su momento lo fue «Match Point», que tuvo un aire fresco por ser su primera película situada completamente fuera de Estados Unidos. Esta cinta tiene la peculiaridad de ser actuada enteramente por un elenco francés en su propio idioma.

Allen ha comentado en entrevistas que siempre soñó con ser parte de la «Nouvelle Vague» (Nueva Ola), la corriente francesa de mediados del siglo pasado que puso en boga el hacer cine con personajes de la vida cotidiana y que, al tener falta de recursos, lograron un efecto naturalista en sus obras.

El director se acerca más en este intento a una historia real y coherente, que no desborda hacia el drama ni cae en lo ridículo, que han sido los dos extremos sobre los que suele caer su discurso cinematográfico.

Hay quienes consideran que al no saber francés y poder dirigir a los actores en su interpretación ha resultado en personajes débiles en la pantalla. Allen nunca ha sido un director de actores; él mismo confiesa que no sabría qué decirles a las estrellas que han estelarizado sus películas. Él simplemente da el guion y confía en sus habilidades. Por lo que creo que parte del encanto de esta cinta radica en que los actores dieron vida a sus personajes con la naturalidad adecuada que requería la historia, sin la intervención del director, aunque suene paradójico.

En conclusión

Es una historia simple pero bien construida y con buenos momentos, y si bien no alcanza para ser una de las mejores cintas de Woody, está lo suficientemente bien hecha para entrar dentro de lo mejor de su obra en este siglo.

La moraleja de la cinta y la escena previa a los créditos finales nos deja esa sonrisa irónica que veíamos venir los que hemos visto y seguido el cine de Allen. No es una sorpresa pero tampoco nos deja indiferentes.

Debido a los problemas legales y morales que enfrenta, él mismo ha dicho que es muy probable que esta sea su última película, dando por concluida su filmografía en la cinta número 50. Y si esto es así, no es un mal cierre. Sus anteriores trabajos hubieran sido una terrible forma de decir adiós. Pero esta propuesta que lo obligó a salir de su zona de comfort es un decoroso final a su enorme trayectoria.