Una pastelería en Tokio: encontrar la dulzura en la tristeza

La delgada línea entre el cine de arte y el mainstream

El cine independiente, de autor o de arte siempre es un género difícil de recomendar. Por lo general las tramas, temas y actuaciones suelen ser tan distintas al cine comercial que la mayoría de la gente no suele disfrutar de ellas.

La película que revisamos hoy se encuentra entre la frontera de una pieza clásica de cine de autor, íntima, para conocedores. Y un melodrama que podría distribuirse ampliamente al público en general.

Es de autor, porque literalmente forma parte de la selecta filmografía de la directora japonesa Naomi Kawase. Cinta nominada en festivales importantes de cine como Cannes y ganadora en otros tantos. Con un ritmo pausado y con pocos actores.

Es mainstream porque los valores de producción, las actuaciones y la trama son algo que cualquier espectador puede y debería apreciar sin problema.

La historia

Sentaro (Masatoshi Nagase) es un hombre en sus 40s que atiende un pequeño puesto de Dorayakis, una especie de pequeño hot cake japonés que se encuentra relleno de frijol dulce; el cual da nombre al título real de la película tanto en inglés como en japonés.

La mayoría de sus comensales son adolescentes de alguna escuela cercana, las cuales a pesar de consumir el producto no están muy conformes con el sabor del relleno. Una de ellas Wakana (Kyara Uchida) parece haber desarrollado una relación más cercana, casi de hija adoptiva de Sentaro, el cuál le provee de las sobras del día para llevarlas a casa.

Un día aparece en el pequeño puesto una amable abuelita Tokue (Kirin Kiki), pidiendo una oportunidad de trabajar. A lo cual es rechazada, ella prueba el dorayaki y le dice a Sentaro que ella puede mejorar su relleno; lo cual no lo termina de convencer.

Días después Tokue regresa con una muestra de su frijol dulce, Sentaro inicialmente ni siquiera lo prueba, pero eventualmente lo hace y decide brindarle una oportunidad a la señora. A partir de ello la vida del hombre dará un giro completo, su negocio ahora tiene largas filas de compradores. Pero pronto, el triste pasado de la amable abuelita causará un «tsunami» de emociones, derivadas de la discriminación y el juicio social.

Una historia cocinada a fuego lento

Se podría decir que la historia gira solo en torno a tres personajes, Tokue; que nos representa la tercera edad y lo que ello conlleva. Sabiduría, calma, pero también deterioro y nostalgia. En medio tenemos a Sentaro, que nos transmite la mediana edad, con sus crisis y dilemas, pero aún con la fuerza para cambiar el rumbo de su destino. Y finalmente Wakana, que representa la juventud, que en este caso no es tan alegre, pero si con una visión más inocente de las cosas.

Gran parte de la historia es desarrollada alrededor de la cocina, podemos observar la atención al detalle, la paciencia (el frijol dulce hecho a mano tarda 5 horas), y en general la maestría que suelen poner los japoneses a las cosas bien hechas. Pasamos de las versiones «fast food» del dorayaki del principio a presenciar el nacimiento de un verdadero manjar.

Pero sin duda alguna la estrella de la película es Kirin Kiki, encarnando a la venerable abuelita, creo que todos podemos ver reflejado en ella a algún familiar. Desde la madre, la abuela, o cualquier otra figura femenina que encaje en el arquetipo. Y ese es el ingrediente secreto de la película, un personaje con el que todos nos sentimos involucrados; y por ello el efecto que causa.

La última media hora de la película es devastadora, son de esas historias que se suele decir «te dejan dañado» sobre todo para aquellos de corazón débil, pero a diferencia otros finales que pueden sumirte en la tristeza total; la directora logra construir magistralmente un sentimiento de gratitud por la vida, de levantarte de donde estás y realmente ponerte a trabajar en dejar una huella en el mundo que te rodea. No tiene que ser algo que salga en las noticias, mientras haya alguien a quien le puedas mejorar la vida y te guarde en sus recuerdos ya habrás aprovechado tu existencia.

El dorayaki es una mezcla entre lo salado de la pasta y lo dulce del relleno, es el balance perfecto entre un sabor y otro; o bien la mezcla entre el cine indie y el comercial. Del mismo modo la película nos da ese primer contacto con lo salado, con lo triste; pero nos deja con lo dulce, con la esperanza, con la enseñanza de que en toda tristeza también puede brotar la alegría.

  • Una pastelería en Tokio / Sweet Bean (2015)
  • Directora: Naomi Kawase
  • Protagonistas: Kirin Kiki, Masatoshi Nagase, Kyara Uchida
  • En streaming por Amazon Prime

Curioso de las artes visuales.

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